Realidades en construcción
por Verónica Chiaravalli
Publicado en La Nación, edición de 9 de julio de 2017
Los Poderes del Diseño (Troupe Comunicación), de Sebastián Guerrini se presenta como un libro para especialistas o para potenciales usuarios de los servicios de los diseñadores (empresarios, políticos, publicistas), dado que, al núcleo teórico de su obra -basado en las investigaciones y la tesis de doctorado de su autor-, se suman ejemplos y cuestiones prácticas. Sin embargo, resulta interesante para el lector no especializado asomarse a la concepción que esa disciplina tiene de algunas cosas: diálogo, relaciones humanas, equilibrio entre persona y sociedad, tensión entre deseos propios y expectativas ajenas. Por lo menos en la visión de un diseñador reconocido: entre los trabajos realizados por Guerrini se encuentran la versión gráfica del escudo nacional argentino actualmente en uso, el logo del Conicet y la campaña electoral de la Alianza.
Los poderes que el autor atribuye al diseño no nacen de la coerción del más fuerte sino de la persuasión recíproca, fruto de la necesidad que las personas tienen de comunicarse. Centralmente, esos poderes consisten en la capacidad del diseño para «influir en las estructuras difusas de los discursos», es decir, activar «imágenes e historias que llegan a aceptarse como legítimas o ciertas. En la práctica, quien ejerce este poder es quien condiciona sobre lo que se habla, los objetos de deseo o a construcción de quién es diferente». En un mundo concebido como una trama de narraciones (no serían otra cosa las identidades individuales y colectivas, la historia de una nación, el significado acordado a los signos), el diseño, afirma Guerrini, ofrece la posibilidad de reinterpretar (y remodelar) la realidad ad infinitum, a la medida de nuestra propia voluntad.